Neurociencia del dolor

En los últimos años el dolor, y especialmente el dolor complejo, han sido y son una de las principales causas de visita a profesionales sanitarios. Cada vez es más frecuente oír la palabra dolor entre la sociedad, incluso se ha convertido en un tema principal en numerosas conversaciones entre amigos y familiares.

 

Muchas patologías como la migraña, jaqueca, dolores de espalda, artritis, fibromialgia…cursan con dolor crónico que afectan decisiva y negativamente en la calidad de vida y bienestar de estos pacientes.

El dolor ha estado malcomprendido durante muchos años.

El dolor debe considerarse como una experiencia multidimensional, es decir que además del aspecto sensorial, la experiencia dolorosa está influenciada por factores biológicos, psicológicos y sociales. Representado un modelo biopsicosocial.

Se sabe que el dolor crónico presenta cambios no sólo a nivel físico sino también a nivel central. Las alteraciones fisiológicas (Papel del cortisol…) provocan modificaciones a nivel cerebral que perpetúan en el tiempo los síntomas y signos físicos que son por los que generalmente los pacientes que lo sufren acuden a consulta. Se sabe que los pacientes que sufren dolor crónico presentan progresivamente una serie de cambios a nivel de la sustancia gris del cerebro que podría explicar muchos síntomas y signos desencadenantes, tales como el aumento de los niveles de dolor y el descenso del umbral.

La ansiedad, la depresión, la fatiga, el bajo nivel de energía… pueden darse conjuntamente con el dolor crónico.
Esto se debe principalmente a que zonas destinadas al control de otras acciones que se ponen a merced del dolor, trabajan conjuntamente con áreas específicas de dolor. De esta manera gran parte de su cerebro está “trabajando” para el dolor. Muchos pacientes llegan a consulta contando que sufren pérdidas de memoria, disminución de la concentración, dificultad para conciliar el sueño y lentitud a la hora de realizar actividades cotidianas que antes realizaban con mayor rapidez y efectividad. Todo esto contribuye a la baja autoestima y posible depresión junto con ansiedad, afectando a la esfera psicológica.

La actividad física y la realización de ejercicio físico controlado tienen efectos beneficiosos en la salud en general, pues disminuyen el riesgo de padecer enfermedades, además de ayudar en el control de muchas otras y mejorar así la calidad de vida de los individuos. En los últimos años cada vez es más creciente el número de personas que realiza ejercicio físico por muchos motivos, pero el más importante es que somos conscientes de que tiene mucha relación con una buena salud.
Se está demostrando cada vez con más fiabilidad que el ejercicio terapéutico junto con una buena educación puede ser una buena alternativa para tratar a pacientes con dolor crónico.

Entre los numerosos beneficios que tiene el ejercicio terapéutico en los pacientes que sufren dolor crónico, cabe destacar la mejora de la calidad de vida pues mejora la calidad del sueño, la concentración, la autoeficacia, la autonomía. El ejercicio Actúa en los aspectos psicológicos de estos pacientes pues mejora el estado de ánimo, el bienestar y reduce los niveles de estrés, ansiedad y depresión, favorece también las relaciones sociales, ya que la práctica de ejercicio puede realizarse en grupo y da pie a poder compartir experiencias con otras personas que también conviven día a día con dolor. A nivel físico mejora la capacidad cardiorrespiratoria, la capacidad muscular, amplitud articular, flexibiliza y fortalece los músculos.

En segundo lugar, la educacion durante el tratamiento es realmente imprescindible, para que el paciente comprenda los mecanismos del dolor, ayudandole a ser más consciente y  comprender el proceso que está atravesando, mostrándole estrategias  y otras perspectivas que puede emplear para manejar el dolor. Con ello ayudamos a los pacientes a bajar los niveles de alarma e hipervigilancia y con ello contribuimos a una mejora sustancial de los niveles de estrés y ansiedad con los que cursan este tipo de procesos crónicos.

No se trata de luchar y reaccionar contra lo que percibimos que está sucediendo, sino de responder de forma más consciente sin añadir un sufrimiento al proceso o etapa que estamos atravesando.   

                                Cómo desaprender el dolor.

El cerebro si se dan las condiciones adecuadas, tiene la capacidad de modular o extinguir las memorias sensoriales que nos hacen sufrir, es decir, informarción almacenada y clasificada. El cerebro es un órgano con gran capacidad innata de cambio. Y de hecho lo está haciendo constantemente mediante su gran potencial neuroplástico.

Según las nuevas evidencias científicas aportadas por la neurociencia, las creencias y la conducta acerca del dolor son los verdaderos enemigos del dolor. Y éstas dependen del contexto psicosociocultural. Influencias culturales, familiares, laborales, asistenciales, psicológicas…influyen en la experiencia de dolor.

Una de las primeras creencias que debemos modificar, es que el dolor significa daño en los tejidos. El dolor es mucho más que un marcador de daño o de protección de los tejidos.

La percepción del dolor no sólo está determinada por las informaciones somatosensoriales, sino por la evaluación de amenaza global que hace el cerebro. Es realmente la información contenida en el cerebro, y este último  quien decide la intensidad y la cronicidad del dolor.

Algo que puede ser impactante, es conocer que verdaderamente no disponemos en el cuerpo de receptores de dolor, sino receptores de peligro. Cuando el sistema somatosensorial mediante receptores específicos detecta cambios significativos mecánicos, químicos o térmicos, envía la información al cerebro que evaluará la situación teniendo también en cuenta pensamientos, emociones y conductas respecto al dolor. El cerebro decidirá encender, apagar o modular la señal de dolor.

La nocicepción (señal de los receptores somatosensoriales) ni es suficiente ni necesaria para producir dolor. Esto significa que es posible sufrir daño con ausencia de dolor y experimentar dolor en ausencia de daño.

La educación en la neurociencia del dolor puede ser una de las estrategias más potentes para el tratamiento del dolor.  La terapia de aceptación y compromiso dentro del campo de la psicología, puede ser una buena alternativa.

En Aura fisioterapia, trabajamos incluyendo una buena neuroeducación, movimiento y respiración consciente, relajación, visualizaciones etc  para pacientes que cursan con dolor crónico, es decir,  dolor de larga duración.

Aprender  nuevas experiencias,  nuevas sensaciones y percepciones, para dejar ir creencias limitantes. De esta manera van a ir cambiando los pensamientos, la percepción de amenaza y el significado de lo que ocurre, cambian las expectativas, el foco de atención, cambia la química cerebral, se abre la farmacia interior, cambian las emociones, cambia la conducta, llega nueva información a nuestro cerebro. Se archivan las nuevas experiencias en forma de memorias.

                         Porque crónico no significa para toda la vida.

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